Un oratorio salesiano descansa en cuatro dimensiones:
Casa: o “segundo hogar” donde los niños y jóvenes se sientan a gusto. Donde todos cuiden las instalaciones y materiales como suyos y consideren a los demás como amigos.
Escuela: Donde se aprende de forma informal. Donde se aprende acompañados por los amigos. Donde se potencian las capacidades que cada uno posee.
Iglesia: Porque se ofrece una forma de ver la vida favoreciendo la dimensión religiosa de la persona.
Patio: Porque es un lugar de convivencia y juego para el tiempo libre de los jóvenes. Un lugar donde encontrarse con sus amigos, pasar el rato y divertirse de forma viva, sana y creativa.
Para Don Bosco el "oratorio" era un elemento muy importante y siempre se referirá a éste en numerosos de sus escritos. En su carta de Roma dirigida a sus salesianos y jóvenes el 10 de mayo de 1884 hace una descripción detallada de los peligros que corre el oratorio:
"Vi el oratorio y a todos vosotros que estabais en recreo. Pero ya no oía gritos de alegría y canciones, ya no veía aquel movimiento, aquella vida de la primera escena."
De acuerdo a dicha Carta, se puede determinar lo que es el oratorio salesiano para Don Bosco, para quien todo su accionar como sacerdote, maestro y amigo de los jóvenes era un oratorio:
Acerca de ello dice Don Bosco:
"Me fijé y vi que eran muy pocos los sacerdotes y clérigos que estaban mezclados entre los jóvenes, y muchos menos lo que tomaban parte en sus juegos. Los superiores no eran ya el alma de los recreos. La mayor parte de ellos paseaban, hablando entre sí, sin preocuparse de lo que hacían los alumnos; otros jugaban, pero sin pensar para nada en los jóvenes; otros vigilaban de lejos, sin advertir las faltas que se cometían; alguno que otro corregía a los infractores, pero con ceño amenazador y raramente. Había algún salesiano que deseaba introducirse en algún grupo de jóvenes, pero vi que los muchachos buscaban la manera de alejarse de sus maestros y superiores."
Por último, Don Bosco al final de dicha Carta de Roma, tesoro de la espiritualidad salesiana, deja sentado lo que él espera del Oratorio:
"¿Sabéis que es lo que desea de vosotros este pobre anciano que ha consumido toda su vida por sus queridos jóvenes? Pues solamente que, guardadas las debidas proporciones, vuelvan a florecer los días felices del antiguo oratorio. Los días del amor y la confianza entre jóvenes y superiores; los días de los corazones abiertos con tal sencillez y candor, los días de la caridad y de la verdadera alegría para todos. Necesito que me consoléis dándome la esperanza y la palabra de que vais a hacer todo lo que deseo para el bien de vuestra alma."